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jueves, 16 de diciembre de 2010

Lecturas Interesantes


¿Dónde está la caja de herramientas? Cambios culturales, jóvenes y educación

Texto de Néstor Canclini

Se trata de la enorme distancia “comunicacional” que hoy puede observarse ya sea, entre padres e hijos, o entre profesores y estudiantes. Se plantean seis hipótesis, con hechos y motivos  que probablemente colaboraron a que suceda esto.
El enorme incremento en la conectividad a medios interactivos, establece una brecha enorme  con los maestros y en general con los adultos, y aún entre las distintas generaciones jóvenes. Además son mayores las destrezas para adquirir información, participar en redes de expresión, de consumo y organizativas.
 Primera hipótesis: mi password no sirve para entrar en la comunicación de mis alumnos.
La cultura globalizada, está intensamente vinculada a tecnologías recientes y es compartida por los adultos. Pero es difícil que los adultos actuemos significativamente en relación con ellos, si no se toma en serio las radicales diferencias y la mayor autonomía con que hoy los niños y jóvenes desenvuelven su vida. Hay que hacerse cargo de las rupturas. Por otra parte, se debe aceptar que actualmente esos niños y jóvenes forman su capital cultural también fuera de la escuela, por lo cual ésta no puede concebirse como único lugar legítimo para transmitir un capital simbólico preestablecido. Debe ser más bien un lugar de intersección entre los diversos caudales de saberes, experiencias y modos de adquirirlas.
Se debe considerar que los docentes necesitan ser, más que transmisores de conocimientos, “cruzadores de fronteras”.
 Segunda hipótesis: El desarrollo cultural oscila en el siglo XXI entre la oralidad básica de las relaciones coloquiales, la lectoescritura y la oralidad secundaria que se forma y circula en los medios audiovisuales.
Uno de los mayores desafíos de la educación actual es cómo reformular el currículo que debe estudiarse, que en cierto modo es el canon cultural de una sociedad.
No solo se trata de incorporar a la escuela los contenidos de la cultura popular y mediática, sino de interrogarnos sobre cómo la educación puede trabajar sobre los estilos de información y entretenimiento audiovisuales.
 Tercera hipótesis: La reubicación de la lectoescritura entre la oralidad y los circuitos audiovisuales va asociada a un desplazamiento del Estado y de la escuela pública, e incluso de la escuela en general, que ceden sus lugares a actores privados.
Se propició un aumento de la educación privada, a partir de la decadencia de la educación pública y el ascenso económico y demográfico de sectores medios.
Se produce un giro hacia un modelo educativo profesionalizante, con poco interés en la investigación y el pensamiento crítico, con objetivos mercantiles. Se redujo la iniciativa pública en el campo comunicacional, se privatizan radios y estaciones de televisión y se produce el cierre de teatros y salas de cine. Hay un auge de la piratería de películas, videos, discos, libros y programas informáticos.
 Cuarta hipótesis: La incierta redefinición de las identidades en las nuevas generaciones es resultado del desdibujamiento de los referentes que todavía operaban fuertemente en el siglo pasado -Dios, la familia y la nación- y del carácter errático de las entidades o de las interacciones en las que hoy se propone insertar a los jóvenes.
Gran parte del pensamiento contemporáneo, es una meditación sobre esta pérdida de certezas. Si todo está permitido, si Dios no existe, no hay identidades prefijadas ni definitivas. Además es la época de la postcrisis de la familia y de la nación. En muchas sociedades occidentales, un porcentaje grande de las casas están habitadas por personas solas. Por otra parte, se redujo el papel de los Estados y las empresas transnacionales actúan como si la nación estuviera dejando de existir y se permitiera todo. Se debilitan de esta forma las identidades nacionales, el sentido de pertenencia y arraigo en un territorio y un modo de ser distintivos.
La interculturalidad se produce hoy más a través de las comunicaciones mediáticas que por movimientos migratorios. Los alumnos necesitan aprender a ser traductores interculturales. Es necesario trabajar en educación, con cifras a la vez que con análisis socioeconómicos, y también con los imaginarios personales y colectivos. Aferrarse a la identidad aparece a menudo como el recurso para ocupar el lugar donde Dios está ausente o reforzar aquello que queda de la familia, la etnia o la nación.
 Quinta hipótesis: La formación de los niños y jóvenes debe reformularse partiendo de las diferencias de las nuevas generaciones y la parcial autonomía que les facilitan los cambios sociales y comunicacionales, pero también hay que tomar en cuenta las dificultades que la organización neoliberal de los mercados de trabajo y consumo coloca para desarrollar su autonomía.
La sociedad propone a las nuevas generaciones como experiencia en el trabajo y el consumo, integrarse a un mercado liberal más exigente en calificación técnica, flexible y por lo tanto inestable, cada vez con menos protección de derechos laborales, sin negociaciones colectivas ni sindicatos, donde deben buscar más educación para finalmente hallar menos oportunidades.
La participación de jóvenes en movimientos por derechos humanos, ecológicos, étnicos y feministas no permite generalizar un desencanto con la política. Muestran más bien desinstitucionalización.
Sexta hipótesis. Para la educación actual enseñar a leer sigue siendo una tarea estratégica, pero su eficacia depende de que se reformule de acuerdo con los estilos de lectura de los estudiantes. El problema no es tanto la persistencia del libro, y de las lecturas de libros, como el de la reubicación, en una cultura multimedia, del tipo de comprensión y de pensamiento crítico que acostumbramos asociar con la cultura gutembergiana.

Se debe considerar cómo la lengua existe y se reproduce cada vez más, fuera de los libros. La creciente importancia de Internet abre una perspectiva desafiante sobre las integraciones de imágenes y textos, que transforma la oposición entre lo visual y lo escrito.
La escuela debe ofrecer, más que un saber preestablecido, aquello que el mercado y el predominio de la cultura audiovisual no están dando o no pueden ofrecer. Por ejemplo modos de concebir democráticamente las diferencias y desigualdades interculturales.




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